Cuando algo malo te sucede tienes tres opciones:
– Dejar que te marque.
– Dejar que te destruya.
– Dejar que te fortalezca.
¡Todo es cuestión de perspectiva!
Cada circunstancia de la vida puede ser una oportunidad o un riesgo. En la mecánica de la mente, habitualmente se juzgan las circunstancias como agradables o desagradables, como justas o injustas o, incluso, como buenas o malas, pero en realidad hay muchas más posibilidades de disfrutar e incluso expandir posibilidades en cada situación si dejáramos de juzgarlas.
Para el caso donde se juzgan de inoportunas o desafortunadas ciertas situaciones, tu puedes elegir cualquiera de estas tres opciones.
Esta decisión determinará sustancialmente la forma como te proyectas a tu futuro:
Dejar que te marque es vivir con el dolor de lo que pudo haber sido y no fue. Es cuando todo lo que hacemos viene cargado de ese recuerdo doloroso que nos predispone para vivir; tiene que ver con la forma en que muchas personas viven con miedo de no repetir un pasado doloroso y, por lo mismo, evitan o se frenan vivir a plenitud todo lo nuevo que la vida nos depara.
Otra forma de enfrentar una circunstancia desafortunada es dejar que te destruya, y de esta manera seguir caminando como víctima porque, una vez sucedido un fracaso, se piensa que ya no es posible levantarse de él. Son personas que se dedican a culpar a otros y al suceso desafortunado de sus limitaciones actuales; son personas que eligen no intentarlo más.
La perspectiva en la que te permites ser retado por la circunstancias es cuando dejas que te fortalezca esa situación desafortunada. Allí decides aprender de ello y engrandecerte, y trascender con cada experiencia. Es aquí donde te encuentras como protagonista de tu propia vida. Un suceso desafortunado puede ser una señal maravillosa de la vida para ponerle una ruta a tus sueños, tomar nuevos caminos y descubrir nuevas potencialidades. Cuando en las experiencias eliges el camino de aprendizaje, cada paso que das te está fortaleciendo y engrandeciendo.