La excelencia es la búsqueda de muchos, tanto en los procesos profesionales como en las exploraciones espirituales. El deseo de mejorar lo que somos está en la naturaleza humana, y ser consciente de esto nos ayudará a caminar con pasos más seguros y constantes. Solo aquellos que de forma consciente y consistentemente emprenden esa búsqueda, logran ver y gozar los efectos paulatinos del aprendizaje personal.
Muchos hablan de querer ser mejores pero hacen poco al respecto, viviendo el día a día de forma mecánica.
La excelencia no sucede por casualidad. No nos despertamos un día siendo excelentes seres humanos. Y aunque es cierto que en lo esencial y natural todos somos perfectos, la experiencia humana es un camino de hacer consciencia de esa perfección natural. En otras palabras, volver a nuestra esencia natural y disfrutar de nuestros potenciales naturales es acercarnos a esa experiencia de perfección que a todos nos pertenece. Y por ello el trabajo es con nuestro ego, con la vestidura de esa esencia maravillosa que somos, un ego maduro deja que revele nuestra luz natural.
Por ese motivo el proceso es pausado y no sucede de repente. El darnos cuenta puede ser un instante revelador y mágico, pero permitir que nuestra excelencia se exprese requiere de un camino consciente y una atención constante y enfocada en el reconocimiento sin juicios de lo que sucede internamente y alrededor.
Este ejercicio consciente debe estar acompañado de una disciplina cuya práctica permita detener la mente para lograr escuchar la información de sabiduría que nos habita, como ejercicios de relajación y meditación, actividades deportivas y artísticas.
Y por último, entrena tu mente. A pesar de tener una disciplina seguiremos teniendo experiencias, comportamientos e impulsos tan básicos que nos pueden llevar a pensar que \»simplemente somos así\», que \»ser mejor no es para mí\», y otras afirmaciones que pueden hacer que desistamos en la búsqueda.
Por eso es importante ser persistentemente amorosos con nosotros mismos.
Lograr la excelencia requiere volver a empezar tantas veces como sea necesario y disfrutar tanto del camino de mejoramiento continuo, que el placer sea recorrer el camino, no el punto de llegada.
Por eso te invito a iniciar cada día con el firme propósito de ser lo mejor que puedas ser. Y si vives cada día de esta forma, un día mirarás atrás y te darás cuenta de que es largo y productivo el camino recorrido.