Lo espiritual nunca está tenso; no puede estarlo. No existe la tensión espiritual, sólo la tensión corporal, sólo la tensión mental.
La tensión corporal ha sido creada por quienes, en nombre de la religión, han estado predicando actitudes anti-corporales. En Occidente, el cristianismo ha sido enfáticamente antagonista con el cuerpo. Una división falsa, un abismo, ha sido creado entre tú y tu cuerpo; entonces toda tu actitud se dedica a crear tensión. No puedes comer en forma relajada, no puedes dormir en forma relajada; todos los actos corporales se convierten en tensión. El cuerpo es el enemigo, pero no puedes existir sin él. Debes quedarte con él, debes vivir con tu enemigo, así que existe una tensión constante; nunca te puedes relajar.
El cuerpo no es tu enemigo, y de ninguna manera es poco amistoso o siquiera indiferente contigo. La misma existencia del cuerpo es una dicha. Y en el momento en que tomes al cuerpo como un regalo, como un regalo divino, regresarás al cuerpo. Lo amarás, lo sentirás y las formas de sentirlo son sutiles.
Tú no puedes sentir el cuerpo de otro si no has sentido el propio, no puedes amar el cuerpo de otro si no has amado el propio; es imposible. No te puede importar el cuerpo de otra persona si no te ha importado el propio; ¡y a nadie le importa! Tú puedes decir que te importa, pero yo insisto: a nadie le importa. Aunque parezca que te importa, en realidad no te importa. Te está importando por otras razones; por lo que opinan los demás, por cómo se ve ante los ojos de los demás; nunca te importa tu cuerpo por tí mismo. No amas tu cuerpo, y si no puedes amarlo, no puedes estar en él.
Ama tu cuerpo y sentirás una relajación tal, como nunca antes la has sentido. El amor es relajante. Cuando hay amor, hay relajación. Si amas a alguien; si, entre tú y él o tú y ella, hay amor, entonces con el amor llega la música de la relajación. Entonces la relajación está ahí.
Este mismo fenómeno sucede si amas tu cuerpo; te vuelves relajado, te ocupas de él. No está mal, no es narcisita estar enamorado de tu propio cuerpo. De hecho, éste es el primer paso hacia la espiritualidad.
Es por eso que la Meditación Dinámica empieza con el cuerpo. A través de una respiración vigorosa la mente se expande, la consciencia se expande; el cuerpo entero se convierte en una existencia vibrante, viva. Ahora el salto será más fácil. Ahora puedes saltar; el pensar será cada vez menos una barrera. Te has vuelto un niño nuevamente: saltando, vibrando, vivo. El condicionamiento, el condicionamiento mental, no está ahí.
Tu cuerpo no está tan condicionado como tu mente. Recuerda esto: tu mente está condicionada, pero tu cuerpo es todavía parte de la naturaleza. Todas las religiones y los pensadores religiosos, que han sido básicamente cerebrales, están en contra del cuerpo porque con el cuerpo, con los sentidos, la mente y su condicionamiento están perdidos.
…Con la respiración, empiezas a sentir todo tu cuerpo, cada rincón de él; el cuerpo está desbordado; te vuelves uno con él. Ahora es posible que des el salto.
El salto que se da en el sexo es un salto muy pequeño, mientras que el salto que se da en la meditación es un salto muy grande. En el sexo, tú \»saltas\» hacia alguien más. Antes de ese salto necesitas ser uno con tu cuerpo, y en ese salto necesitas expandirte aún más hacia el cuerpo de otro. Tu conciencia se esparce más allá de tu cuerpo. En la meditación tú saltas desde tu cuerpo hacia el cuerpo entero del universo; te vuelves uno con él.
El segundo paso de la Meditación Dinámica es catártico. No sólo serás uno con tu cuerpo sino que todas las tensiones que se han acumulado en el cuerpo deben ser expulsadas. El cuerpo debe volverse ligero, sin cargas, pues los movimientos han de ser vigorosos, tan vigorosos como sea posible. Entonces lo mismo que sucede en el baile derviche, en el baile Sufi, se hace posible. Si tus movimientos son vitales y vigorosos, llegará el momento en que pierdas el control. Y ese momento es necesario. No debes tener el control porque tu control es la barrera, tú eres la barrera. Tu facultad para controlar, tu mente, es la barrera.
Continúa moviéndote. Por supuesto, tendrás que empezar, pero llegará un momento en que éste movimiento tomará el mando; sentirás que has perdido el control. Estás al borde, ahora puedes dar el salto. Ahora te has vuelto nuevamente un niño. Has regresado; todo el condicionamiento es arrojado. No te importa nada; no te importa lo que piensan los demás. Ahora todo lo que te ha sido impuesto por la sociedad es arrojado; te has vuelto solamente una partícula danzante en el universo.
Cuando has expulsado todo en la segunda etapa de la Meditación Dinámica, sólo entonces la tercera etapa es posible. Tu identidad se perderá, tu imagen se romperá, porque cualquier cosa que sabes sobre ti mismo no se trata de ti mismo sino sólo de una etiqueta. Te han dicho que eres esto o aquello, y te has identificado. Pero con el movimiento vigoroso, con la danza cósmica, todas las identificaciones se perderán. Serás, por primera vez, como tuviste que haber sido cuando naciste. Y con este nuevo nacimiento serás una persona nueva.
Osho, Meditation: The Art of Ecstasy, charla #6